En las anteriores elecciones generales, celebradas en 2019, la derecha y la extrema derecha optaron por elegir Asturias para iniciar la campaña electoral. En el caso del entonces líder del Partido Popular, luego
defenestrado por el actual a causa de la aspirante, la idea puede que se le ocurriera viendo la Cruz de los Ángeles en la catedral de Oviedo. Abascal, sin embargo, se limitó a repetir lo que hiciera en los comicios de 2015, por aquello de sus reconocidas y públicas ínfulas de caballista reconquistador, aunque en este caso sus preces ante la venerada Vírgen
de la basílica sólo sirvieran para cosechar menos de 60.000 votos.

Es de recordar, con ocasión de esa derecha extrema con doble cita en Covadonga, la celebración de una asamblea del que sería líder de la CEDA, el “jefe” José María Gil Robles, en el mismo santuario y real sitio un mes antes de la Revolución de Asturias en octubre de 1934. En este caso era el partido Acción Popular el que se reunía, algo que le sirvió de
referencia quizá a Vox para emplazar allí ese doble comienzo de campaña en unos comicios generales.

Dado que esta vez, antes las elecciones del 23 de julio, la extrema derecha faltó a su cita, no tuvo reparo alguno el arzobispo de Oviedo en sustituir a su líder utilizando una carta pastoral, publicada por algunos medios ultraconservadores , en la que da a entender sus preferencias por Vox en el siguiente párrafo: “Desde mi conciencia ciudadana y mi referencia moral cristiana, emerge una duda. Si hubiera un cambio de gobierno que pusiera fin a estos dislates con una mayoría plena o compartida con afines, ¿estaríamos hablando de una alternancia o de una alternativa? Porque venir más o menos a lo mismo, pero gestionado por otros gestores, sería lamentable las consecuencias en una nación como España, de tan precioso patrimonio cultural y moral en su larga andadura histórica», escribió Sanz Montes en clara alusión al PP.

Puestos a hacer balance de la obispalía patria, es muy probable que no sea monseñor Sanz el único de su jerarquía empeñado en dar la bendición a una causa retrógrada y contraria al mensaje evangélico. Sólo hay que recordar, como lo hizo el expresidente Rodríguez Zapatero -tan activo durante esta campaña electoral-, la de obispos pancarteros que se manifestaron durante su primera legislatura en contra del matrimonio homosexual, aprobado en 2005.

También contamos con las hemerotecas para recordar las declaraciones de otros colegas de Sanz que podrían compartir su mismo criterio. Ahí
están prelados como el de Córdoba, monseñor Fernández, misógino ("cuanto más varón sea el varón, mejor para todos en casa"), Munilla,
Herráez el de Burgos o el de Cádiz-Ceuta, monseñor Zornoza, cuyo delegado episcopal de Fundaciones (nombrado directamente por él), el general Rosety, ha sido diputado de Vox por Cádiz.

El arzobispo de Oviedo, y aquellos de sus colegas que puedan compartir el contenido de su última prédica a modo de mitin político, vienen a coincidir con aquellos líderes de la extrema derecha europea, desde Salvini a Orbán, pasando por Marine Le Pen o el propio Santiago Abascal, que calificó al papa Francisco de “ciudadano Bergoglio”. Todos criticaron al pontífice argentino por sus mensajes de fraternidad, concordes con su ministerio en la tierra, en relación con los inmigrantes y refugiados o la necesidad del diálogo cristiano-musulmán.