Image

Taxi Driver

Son curiosas las conversaciones de taxi, ¿verdad? apenas un rato efímero hablando a la nuca de un desconocido, con sus ojos mirándote desde el espejo, para no verse probablemente nunca más.

06/07/2023 11:39 h

Taxi Driver

Son curiosas las conversaciones de taxi, ¿verdad? apenas un rato efímero hablando a la nuca de un desconocido, con sus ojos mirándote desde el espejo, para no verse probablemente nunca más.

Esta mañana he cogido un taxi porque, para variar, llegaba tarde a un sitio. Son curiosas las conversaciones de taxi, ¿verdad? apenas un rato efímero hablando a la nuca de un desconocido, con sus ojos mirándote desde el espejo, para no verse probablemente nunca más. Nos analizamos en segundos: compone una idea de mi basada en mi origen, trayecto y destino, con un vistazo desde el retrovisor; yo me fijo en la emisora sintonizada, en los adornos colgando de la palanca, en el respaldo de bolas que cubre el asiento. He hablado mucho de política en los taxis, y confieso que a veces me invento otras vidas más interesantes que la mía y creo que a menudo también lo hacen ellos. Me gustan esas conversaciones, las prefiero al silencio, a pesar de que algunas veces hayan terminado por salir dando un portazo.

Existen algunos taxistas con una finísima habilidad para calibrar la intensidad de la conversación, tipos -y tipas también- que saben hasta dónde estirar los lugares comunes, la actualidad, o la denuncia; que en pocos titulares ya saben de qué pie cojea el viajero o si les conviene confesar el suyo; conversadores profesionales de meterse en política, capaces de sonsacar más de una en un servicio que muchos periodistas de prime time en entrevistas de grandes titulares.

El taxista de hoy -pelo cano, camisa abierta, voz suave, ojos claritos- no ha hablado conmigo hasta pasadas un par de manzanas. Que si vaya calor que hace, que si no se apaña con el GPS, que cuántos turistas había en Madrid, hay qué ver, están por todas partes. Hablamos de que en mi bloque hay un AirBnB y de que los locales comerciales de mi barrio poco a poco se vacían para convertirse en cuchitriles de alquiler turístico con muebles de Ikea. Él me habla del frutero de su barrio, que no le engaña con la fruta, porque es de toda la vida, no como en el Mercadona. Señala a esos chavales que reparten en bicicleta y afirma que no hay derecho a trabajar así, y me cuenta también que él fue camionero y que tuvo que elegir entre la licencia del taxi o comprarse una casa, y eligió taxi. Antes de Uber, claro.

«Que no se explica que nadie haya pagado aún por lo de los mayores que murieron en las residencias, que no se explica lo de las cañitas y la libertad, ni lo que ha pasado con los jueces esos. “Yo, es que escucho la Base con mi mujer, es un programa, ¿sabes?”, me cuenta.»

Pasamos de la cháchara a una conversación sincera, coincidiendo en cada giro, terminándonos las frases, y cuando eso pasa, no se vosotras, pero yo me siento un poco menos sola. De fondo suena la Ser, aunque bueno, la SER, ya sabes. Rodeando Cibeles, cerca ya de mi parada, suspira. Suspira y me dice que no se lo explica. Que no se explica que nadie haya pagado aún por lo de los mayores que murieron en las residencias, que no se explica lo de las cañitas y la libertad, ni lo que ha pasado con los jueces esos. “Yo, es que escucho la Base con mi mujer, es un programa, ¿sabes?”, me cuenta. Y yo le sonrío. Y le digo que claro que se lo explica: se lo explica muy bien, mucho mejor de lo que yo podría explicármelo, y seguro que mucho mejor de lo que lo explican en La Base, porque todos los días en el asiento de atrás tiene un termómetro del mundo y porque pese a estar horas y horas pegado a la radio ha elegido sintonizar otras emisoras.

Hemos parado el taxi y hemos hablado un ratito más de cosas que no voy a contar aquí aunque las podéis imaginar. Y al despedirme, me acordé de una conversación con amigas sobre si era mejor reconocernos como gente sencilla que como clase obrera, que como clase trabajadora. A mi me gusta llamarme así: rotunda, zorrocotroca. Pero ellas me enmendaron: sencilla no significa simple, no te confundas. Fui a buscarlo al diccionario, y tenían razón. Hacedlo vosotras también.

Así pues, amigo taxista, que sepas que por aquí ya saben lo que me has contado. Un abrazo y muchas gracias por el viaje.

¡Ah! por supuesto, como siempre, volví a llegar tarde.

Te puede interesar
Te puede interesar