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Succession y las elecciones: frente a los poderes mediáticos, batalla cultural

¿Quién elige a quienes nos gobiernan, la ciudadanía… o los medios?

29/05/2023 18:34 h

Succession y las elecciones: frente a los poderes mediáticos, batalla cultural

¿Quién elige a quienes nos gobiernan, la ciudadanía… o los medios?

Hoy es un día de malas noticias. No sólo ha arrasado la derecha en las elecciones municipales y autonómicas, sino que encima se nos ha acabado Succession, una de las mejores series si no de la historia, muy probablemente de la última década.

Para quienes no estáis familiarizadas con esta serie, Succession es un drama satírico que cuenta la historia de la familia Roy: dueña de Waystar, uno de los conglomerados mediáticos de Estados Unidos más poderosos, en la ficción. Que, entre otras cosas, cuenta con la cadena televisiva ATN. Creo que no hace falta justificar por qué, en un día como hoy, repasar los aprendizajes que nos deja Succession puede resultar no ya útil, sino terapéutico.

Han sido muchos los artículos que se han escrito sobre el valor ideológico de la serie. En esta cuarta y última temporada, ha destacado especialmente el octavo episodio, ambientado en una noche electoral (casi tan fea como la de anoche) y titulado, muy irónicamente, América decide. Este episodio sigue las agitadas operaciones que tienen lugar en las oficinas de ATN durante la noche electoral, en la que los tres hermanos: Kendall, Shiv y Roman Roy, luchan por imponer el marco que más favorece a cada uno en la retransmisión de las elecciones.

En el mundo de Succession, la presidencia de los Estados Unidos se disputa entre el demócrata Daniel Jiménez y el republicano ultraderechista, Jeryd Mencken. No está de más recordar la razón por la que el Partido Republicano apostó por un fascista autodeclarado en vez de por un candidato algo más moderado. ¿Recordáis el episodio de la tercera temporada en el que Mencken se abre camino en las llamadas “primarias de Waystar”? Sí, el episodio en el que Logan Roy y sus hijos se encierran en una habitación para decidir a qué candidato apoyará su conglomerado mediático o, en palabras del propio Logan, quién se convertiría en próximo presidente de los Estados Unidos.

¿Y recordáis por qué se convocaban elecciones sin un candidato republicano fuerte? Os lo recuerdo: fue porque Logan Roy se cansó de apoyar al entonces presidente y ordenó que ATN fabricara y difundiera todo tipo de bulos sobre él, forzándole a abandonar la carrera presidencial.

«No está de más recordar la razón por la que el Partido Republicano apostó por un fascista autodeclarado en vez de por un candidato algo más moderado»

En este episodio de la tercera temporada ya empezamos a ver pistas de hacia dónde quieren ir los guionistas de la serie, pero no es hasta el octavo episodio de la cuarta temporada que nos lo dejan meridianamente claro. De repente, una serie que parecía girar casi exclusivamente en torno a las intrigas corporativas de la familia Roy obliga a sus espectadores a enfrentarse a la distópica intersección entre la política y los medios de comunicación.

Lo que ocurre esa noche electoral es un obvio reflejo de la deriva antidemocrática que está tomando Estados Unidos. La noche comienza con indicios de que Jiménez, el candidato demócrata, ganará las elecciones. Pero Mencken sabe bien que lo que se decide en las urnas no implica necesariamente salir victorioso y lo dice muy claramente cuando llama a Roman Roy para asegurarse de que, sean cuales sean los resultados, ATN lo caracterizará como una gran victoria para Mencken. Estas son las palabras textuales que le dice a Roman: “Quiero ser el presidente. Quiero que seas mi socio en esto, y si no lo soy esta noche, lo seré a la próxima".

Ya lo véis, el episodio empieza fuerte con su crítica a los medios. Pero no acaba ahí la cosa. Minutos después, descubrimos que ha habido un incendio en un colegio electoral en Milwaukee, una de las ciudades más grandes de Wisconsin.

Cabe mencionar que en Estados Unidos suele ser en las ciudades donde hay mayor concentración de votos al Partido Demócrata, independientemente de la ideología predominante del estado en el que se encuentre la ciudad en cuestión. Se sobreentiende, así, que los votos perdidos en este incendio son votos perdidos para el candidato demócrata.

En unas elecciones muy ajustadas, lo ocurrido en Wisconsin plantea un dilema ético para los medios de comunicación: ¿es posible declarar un ganador cuando todo apunta a que las elecciones han sido saboteadas? Ya os podéis imaginar lo que les importa la ética periodística a los hermanos Roy: nada.

Cualquier parecido entre este episodio y la realidad política de Estados Unidos es pura coincidencia. ¿Fascistas incendiarios que aparecen de la nada y acaban convirtiéndose en posibles líderes del país? ¿Medios de ultraderecha difundiendo bulos sobre políticos progresistas (o tal vez debería decir “no tan conservadores”) para intentar forzar la victoria de la derecha? ¿Cadenas de televisión sembrando desconfianza hacia la democracia?

Pues sí, efectivamente, los propios guionistas de Succession han admitido haberse inspirado en hechos muy reales, como lo ocurrido en las redacciones en la noche electoral de 2020 o el expediente del juicio por difamación de Dominion contra Fox News, que acusó falsamente a Dominion, la compañía propietaria de máquinas de recuento electoral, de estar involucrada en un complot para amañar las elecciones y robarle la presidencia a Trump.

Según ha admitido el propio Jesse Armstrong, creador de Succession, el guión de la serie está además basado en otro que escribió hace años sobre las rivalidades entre la familia Murdoch, dueña de Fox y principal inspiración para la creación de ATN.

Pero, al parecer, no sólo se basaron en la estrecha relación entre Trump y Fox News. En una entrevista, Armstrong dijo también que al escribir el episodio se inspiró el incendio del Reichstag en 1933, cuya responsabilidad se atribuyó a los comunistas pero que muchos historiadores han calificado de operación de falsa bandera utilizada por los nazis para ampliar su mayoría y permitir a Hitler consolidar su poder.

¿Nos estarán sugiriendo los guionistas de Succession que los poderes mediáticos manipulan la información para que sus espectadores simpaticen con políticos fascistas?

De nuevo, la respuesta es sí. Succession, a diferencia de algunas personas, entiende perfectamente que los políticos como Trump o, ya que estamos, como Ayuso, no ascienden al poder por la fuerza de sus ideas políticas, sino porque les interesa a los Logan Roys de turno que esos políticos estén en el poder.

Leí hace poco un artículo en Newtral que analiza este mismo episodio de Succession y cuya tesis es básicamente que esto de que los grandes medios favorezcan a unos u otros candidatos según sus intereses sólo puede pasar en un país de mentalidad individualista como Estados Unidos. “La excepción estadounidense”, lo llama. Por eso, dice, “es tan difícil entenderlo desde España. No ya empatizar con sus protagonistas.” Y, añade, “por eso queremos que todo les salga mal. Lo contrario nos convertiría en psicópatas.”

Permitidme que discrepe. Lo que vemos en Succession es un fenómeno global. Ocurre en Estados Unidos, en Chile, en Italia, en España y prácticamente en todo el mundo. América no decide, pero España tampoco. Como llevamos ya mucho tiempo advirtiendo desde este espacio mediático, quienes deciden son Florentino Pérez, Ana Rosa Quintana, José Creuheras, Pablo Motos, Borja Prado, Antonio García Ferreras, Mauricio Casals, Eduardo Inda y sus proyectos políticos que se basan, no en su ideología, sino sola y exclusivamente en sus intereses personales, como los 44 apartamentos turísticos que, según supimos recientemente, gestiona Ana Rosa entre Madrid y Sevilla.

Decir lo contrario, no es muy “newtral” que se diga. Es simple y llanamente una mentira.

Lo que expone Succession no es nada nuevo. Es algo que llevan años denunciando algunos políticos, algunos activistas y algunos periodistas a los que sí les importa la ética. Pero no basta con que lo digan los políticos, los activistas y los periodistas. Para que cale en el imaginario colectivo necesitamos también que este mensaje penetre en el entretenimiento.

Necesitamos escuchar este mensaje en las series que vemos todos los domingos. Y necesitamos escuchar este mensaje de las bocas de los directores y de los actores a los que admiramos. Por eso el hecho de que una serie que ve gente de todo el mundo haya conseguido poner en el centro del debate el poder que ejercen los grandes medios sobre la política es un paso cuanto menos significativo.

Esa escena en la que el director de ATN justifica que la cadena oculte las pruebas de quiénes incendiaron el colegio electoral en Milwaukee con el argumento de que ATN “debe respetar a sus espectadores" marca un antes y un después en la historia de las series.

Como no a todo el mundo le genera confianza esto de analizar la ficción para entender mejor la realidad, quiero rescatar un estudio de 2014 titulado Periodismo político desde una perspectiva comparada, realizado por profesores de distintas universidades europeas, que compara los procesos de comunicación política en cuatro países (Dinamarca, Reino Unido, Alemania y España) y del que creo que se pueden extraer aprendizajes importantes respecto a qué tipo de periodismo quiere la gente. O, dicho en otras palabras, cómo un medio debería respetar a sus espectadores.

Según el estudio, España sobresale con respecto a los otros países estudiados por varias razones. Por un lado, el estudio demuestra que los medios españoles son más partidistas que los de los otros tres países. También apunta que las agencias de noticias y los periódicos en España suelen formar parte de grandes empresas, lo que convierte a sus propietarios en verdaderos grupos de presión, en lobbies capaces de explotar la influencia de sus medios para recibir favores políticos que beneficien a sus empresas. El estudio indica también que los periodistas españoles son los más cínicos con respecto a la política. Y, por último, apunta que, en España, la satisfacción de las audiencias con los medios es la más baja de los cuatro países estudiados y que la presión política percibida por las audiencias es la más alta.

Por el contrario, según el estudio, cuando las audiencias perciben que los periodistas cumplen la función de vigilantes del poder y no ceden a las presiones de éste, se sienten más satisfechas con la actuación de los medios.

Succession será ficción, pero lo que cuenta es la pura verdad. Por eso es importante, especialmente en un día como hoy, recordar que el trabajo ideológico no se hace sólo desde las instituciones. Se hace desde las calles, desde los movimientos sociales, desde las organizaciones de base, desde el periodismo, y también desde la cultura y el entretenimiento. Habrá más series como Succession y habrá más elecciones en las que gane la gente. Seguimos.

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