La selección española de fútbol femenina se acaba de clasificar para la final del Mundial. Un motivo de celebración en medio de unas semanas convulsas para nuestro país. Incluso los legos en materia futbolística sabemos que una prórroga suele ser la constatación de que ningún equipo ha sido capaz de imponerse con claridad al adversario durante los noventa minutos de partido. El Gobierno de coalición y la mayoría plurinacional de la pasada legislatura tenían la sartén por el mango pero el PSOE ha mostrado dudas a la hora de abordar con determinación los grandes problemas de nuestro país: la desigualdad social profunda, la crisis territorial, el parasitismo del Estado, especialmente del poder judicial, por parte de fuerzas reaccionarias, así como una correlación de fuerzas mediática en la que la derecha gana de goleada. La ultraderecha, sin embargo, no ha tenido dudas en desplegar todas sus fuerzas y resortes (legales, ilegales y desde todos los ángulos) para avanzar posiciones, consiguiendo que el bloque liderado por el PP se quede muy cerca de la mayoría absoluta con VOX.

El gran alivio inicial no debería impedirnos ver que el resultado de estas elecciones es una prórroga en la que el bloque democrático tiene que dejarse la piel. Hoy no hay mayoría de izquierdas en el Congreso de los Diputados. Sí la hubo en el periodo 2020 - 2023. Hoy es más difícil armar una mayoría plurinacional y democrática como la que articuló Pablo Iglesias en la moción de censura que sacó a M.Rajoy de la Moncloa y que dio lugar - repetición electoral mediante- al primer gobierno de coalición desde la recuperación de la democracia. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz tienen una tarea clave por delante. Convencer, no imponer. Seducir sin obligar a claudicar. Esta vez creo que no será posible el maquillaje, ni posponer indefinidamente la resolución del conflicto catalán, que no es sino la expresión más evidente de la plurinacionalidad no reconocida, ni atendida de nuestro país.

Mañana se vota la Mesa del Congreso. Varias opciones están abiertas. El PNV está jugando sus cartas como sólo el PNV sabe hacerlo. No es descartable que ocupe un puesto destacado en la Mesa. Sería el voto decisivo. Un voto que permitiría una mayoría de derechas en la Mesa y también una mayoría progresista. La prórroga de la prórroga.

Ahora que, al menos por el momento, se han apagado los focos de la campaña electoral, se ha terminado el tiempo de los discursos y ha llegado el momento de los hechos. Es el momento de que el PSOE, un partido que ha generado muchas desconfianzas entre los socios, especialmente al final de la pasada legislatura, comprenda que en política el respeto y la consideración de la demandas de los interlocutores legítimos, democráticamente elegidos en las urnas, es fundamental. Siempre, quienes lideran son quienes tienen la máxima responsabilidad. Si la amnistía es una demanda clave de los partidos independentistas catalanes, debe ser considerada con seriedad y rigor. Sin duda sería el camino para terminar con una judicialización del conflicto que va mucho más allá de los líderes más visibles y afecta a alcaldes, activistas y ciudadanos y ciudadanas de a pie. Sólo mirando los problemas de frente y abordándolos de verdad el bloque democrático va a recuperar las posiciones perdidas en las elecciones del 23J. Es hora de mostrar voluntad de afianzar la mayoría plurinacional que ha sido la condición de posibilidad de todos los avances. Es hora de hacer avanzar en un horizonte republicano que es un nexo básico de unión de una mayoría diversa pero democrática.

Mañana la investidura puede estar un poco más cerca o bastante más lejos. Trabajaremos hasta el final para que se imponga la primera opción.