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¿Por qué marchan los tractores a Madrid?

Los problemas del campo se tienen que afrontar con una visión global y enmarcar en una transición ecológica justa, tomando medidas de adaptación a corto plazo y políticas valientes para que el medio y largo plazo no sean tan duros.

13/07/2023 10:09 h

¿Por qué marchan los tractores a Madrid?

Los problemas del campo se tienen que afrontar con una visión global y enmarcar en una transición ecológica justa, tomando medidas de adaptación a corto plazo y políticas valientes para que el medio y largo plazo no sean tan duros.

Este año está siendo excesivamente seco, como lo fue el anterior. Hay sequia persistente, con casi cuatro meses seguidos sin caer una gota, lo que ha provocado serios problemas a la agricultura. En Segovia, la provincia donde yo vivo, la producción de cereales va a quedarse en torno a un 30% de lo que sería la producción de un año considerado normal. Asimismo, la sequía está teniendo graves consecuencias en la producción de forraje y paja, por lo que la ganadería extensiva tiene un futuro inmediato nada halagüeño, sobre todo si tenemos en cuenta el incremento en el precio de los piensos.

La semana pasada numerosos tractores procedentes de las comarcas cerealistas tomaron las calles de Madrid en manifestación para reclamar a las administraciones que pongan más recursos y tomen medidas para ayudar a los productores. Estas ayudas que las organizaciones campesinas demandan son imprescindibles si queremos evitar que miles de familias del campo tengan que dejar la agricultura o la ganadería, es decir, si queremos proteger la soberanía alimentaria de nuestro país. Pero nos equivocamos si afrontamos esta situación como un problema coyuntural, ya que no lo es. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado en febrero de 2022, ha venido a recalcar una vez más el aumento de frecuencia e intensidad de las sequías que se prevé en nuestro país, junto con el aumento de riesgo de inundaciones en las zonas de costa. Va a llover menos pero cuando lo haga va a ser torrencialmente, lo que hace más difícil el aprovechamiento del agua. Las predicciones apuntan a un aumento considerable de las sequías: por cada grado que aumente la temperatura veremos reducidas las lluvias un 4 por ciento, por lo que sufriremos unas reducciones de entre un 5 a un 20 por ciento, según cuánto logremos reducir las emisiones.

Es evidente que uno de los principales riesgos a los que se enfrenta el sector primario es el impacto del cambio climático. La variabilidad del clima, el aumento de las temperaturas, la escasez de agua y los fenómenos meteorológicos extremos están afectando de manera significativa a la producción de alimentos en todo el mundo. Teniendo esto en cuenta, los problemas del campo se tienen que afrontar con una visión global y enmarcar en una transición ecológica justa, tomando medidas de adaptación a corto plazo y políticas valientes para que el medio y largo plazo no sean tan duros.

«Las derechas llevan años trabajando la imagen de que el ecologismo es un capricho snob de gente de ciudad, mientras trata de crear la equivalencia entre defender el medio rural y defender el tradicionalismo. »

Durante toda la primavera hemos visto correr bulos y fakenews relacionados con el derribo de presas o vinculando la sequía con “chemtrails”. Hemos oído que el desmantelamiento de los obsoletos azudes, pequeñas construcciones en los ríos no buscan almacenar el agua ya que esta rebosa por la parte superior, sería una maniobra de la malvada agenda globalista para que hubiera menos agua disponible para los riegos. Curiosamente se lo hemos oído a los mismos que no dijeron nada cuando Iberdrola vacío embalses para producir energía en los momentos en que era más cara. También escuchamos levantar sospechas sobre supuestas fumigaciones a quienes no apoyan que se prohíban los vuelos innecesarios ni que se impulse el tren y otros medios de transporte más ecológicos, pese a que la combustión de queroseno si tiene un impacto sobre nuestra atmosfera, a diferencia de las estelas de condensación de los aviones.

En resumen, desde la extrema derecha negacionista se ha dado pábulo a todo tipo de teorías conspiranoicas, asegurando que la sequía ha sido inducida por el propio gobierno. Estas campañas de desinformación no son casuales, las derechas quieren crear cabezas de turco para evitar que nos fijemos en lo evidente: que sus políticas negacionistas del cambio climático son profundamente perjudiciales para el campo y el sector primario, mientras que quién realmente está defendiendo los intereses de agricultores y ganaderos, a parte de ellos y ellas mismas, es el ecologismo. Este es el quid de la cuestión.

Las derechas llevan años trabajando la imagen de que el ecologismo es un capricho snob de gente de ciudad, mientras trata de crear la equivalencia entre defender el medio rural y defender el tradicionalismo. Pero la agricultura y la ganadería no necesita más conservadurismo que conservar la estabilidad climática, y sus principales enemigos son precisamente quienes niegan el cambio climático y sus causas.

Hacen bien los tractores al marchar a Madrid reclamando que las ayudas no estén vinculadas a los seguros agrarios, que muchos productores no han contratado, o que se traten de ayudas directas en vez de préstamos. Pero nada de esto tiene sentido si no va acompañado de una drástica reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Debemos apostar por circuitos cortos de distribución y métodos sostenibles de producción de alimentos, repensar nuestros modelos de producción y consumo también en el resto de sectores, promover energías limpias y priorizar la eficiencia energética en todos los ámbitos de la sociedad para proteger nuestro sector primario y la soberanía alimentaria de nuestro país en el marco de una transición ecológica justa.

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