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EFE/ Fernando Villar

Motor ideológico

Si no insertamos en nuestras mentes ideología para la igualdad, la protección ambiental, los derechos humanos, de las generaciones futuras y de la vida no humana, el camino lo andará la barbarie.

26/06/2023 13:04 h

Motor ideológico

Si no insertamos en nuestras mentes ideología para la igualdad, la protección ambiental, los derechos humanos, de las generaciones futuras y de la vida no humana, el camino lo andará la barbarie.

La ideología de ultraderecha es la herramienta política del capitalismo en una época en la que el planeta vive una crisis ecológica sin precedentes. El neoliberalismo supone la toma de los estados para centralizar el poder en pocas manos y legislar exclusivamente en favor de un puñado de ricos. Para la ideología neoliberal, los países de África y América Latina son minas de recursos naturales, Oriente Medio, Libia, Irak e Irán, pozos de petróleo y gas, China, los países sur asiáticos e India, las fábricas sin derechos del mundo y Europa el territorio donde sacrificar la democracia. En este contexto Rusia es una anomalía nuclear llena de agua, petróleo, gas y recursos mineros.

En la era de la escasez de recursos materiales para mantener viva la producción de capital, el crecimiento, la economía capitalista necesita de cuatro expolios permanentes, el expolio de recursos naturales con la consiguiente destrucción ambiental, el expolio de los derechos de las mujeres y su reclusión bajo el dominio del hombre, el expolio de los cuerpos de las personas inmigrantes, y la liquidación de los derechos laborales y de ciudadanía para financiar la deuda de los estados. Las guerras, la extorsión a los gobiernos de izquierdas electos con la participación de judicaturas y medios, los estados fallidos, la guerra de Ucrania, y el disciplinamiento de las poblaciones bajo el dominio de estados autócratas y centralistas, son las formas con las que opera el terror del capital.

En la batalla desatada del capitalismo contra la democracia, los partidos de ultraderecha son instrumentos a sus órdenes. Los objetivos políticos de los capitalistas son, resumidamente, cuatro. Uno, la concentración del poder en pocas manos para hacerlo manejable, están contra de la federación o confederación del poder político. Dos, el disciplinamiento de las mujeres para que se dediquen gratuitamente a las tareas de reproducción social, todas aquellas que no tienen precio pero sí valor para la vida, los cuidados. Tres, la anulación de cualquier protección ambiental para que la naturaleza entregue su tiempo de vida acumulado durante millones de años sin tasa de retorno; legado de deuda y muerte para las generaciones futuras. Y cuatro, el mantenimiento de una bolsa de inmigrantes que entreguen su tiempo y su cuerpo en forma de trabajo esclavo sin derechos.

«La traducción en España de cualquier proyecto democrático en cualquier región, territorio o nación de las que forman el estado, pasa por defender sin fisuras el feminismo y sus símbolos, el ecologismo y sus causas, el republicanismo frente a la monarquía, el federalismo plurinacional como alternativa al centralismo radicado en Madrid, los derechos humanos de las personas inmigrantes y el antibelicismo.»

Si se percibe cómo el capital afronta el objetivo de destruir la democracia, concentrando la distribución territorial del poder político, promoviendo el antifeminismo, aniquilando cualquier legislación de protección ambiental, cultural o patrimonial, matando personas inmigrantes en las fronteras, no es difícil comprobar que la ultraderecha europea, con la española, PP y Vox en papel destacado, es el brazo armado de un puñado de personas muy ricas dispuestas a todo. Si el capital agrede con su aparato ideológico, el pueblo no puede defenderse sin ideología. La ideología es la forma cultural de interpretar, concebir y dar respuesta al mundo. Si no insertamos en nuestras mentes ideología para la igualdad, la protección ambiental, los derechos humanos, de las generaciones futuras y de la vida no humana, el camino lo andará la barbarie.

La traducción en España de cualquier proyecto democrático en cualquier región, territorio o nación de las que forman el estado, pasa por defender sin fisuras el feminismo y sus símbolos, el ecologismo y sus causas, el republicanismo frente a la monarquía, el federalismo plurinacional como alternativa al centralismo radicado en Madrid, los derechos humanos de las personas inmigrantes y el antibelicismo. Ese es el motor ideológico de la izquierda, un motor que pasa por no ceder bajo ninguna acusación de ruido ni ninguna petición de sumisión o silencio.

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