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Madre no hay más que una

Meloni quiere convertir Italia en un bastión civilizatorio a imitar por el resto de Europa, una patria “digna” con valores morales inquebrantables. Un ejemplo a seguir. Aunque sea a costa de los Derechos Humanos.

22/06/2023 14:28 h

Madre no hay más que una

Meloni quiere convertir Italia en un bastión civilizatorio a imitar por el resto de Europa, una patria “digna” con valores morales inquebrantables. Un ejemplo a seguir. Aunque sea a costa de los Derechos Humanos.

Hay situaciones que nos dejan paralizadas. Lo fácil podría ser enfadarse ante ciertas injusticias, sentir rabia e impotencia, gritar, patalear, tener miedo incluso. Pero sientes parálisis. Este estado no lo produce una noticia en sí, de hecho, es difícil explicar la sensación que se tiene cuando crees que puede pasar algo malo aunque no sepas exactamente el qué. Aunque no consigas dimensionar lo que ocurre, porque los acontecimientos caen como si los dosificasen con una especie de gotero macabro en forma de titulares en la prensa.

Imagina que un día recibes una carta del juzgado que dice que ya no eres madre. Que no tienes nada que ver con esa criatura que vive en tu casa, a la que cuidas, a la que mantienes, a la que le haces la cena cada noche, a la que llevas al cole cada día, por la que te preocupas tanto que a veces no logras dormir. Ese ser que sientes que es parte de ti misma, a quien quieres a rabiar, por quien serías capaz de cualquier cosa. Aunque no lo hayas parido.

Imagina que esa carta dice que, a partir de ahora, esa criatura solo tendrá una mamá. La biológica. Aunque lleve años teniendo dos. Imagina que no solo es una cuestión de que tu nombre aparezca en su partida de nacimiento, sino que vas a necesitar una autorización para hacer algo que llevas haciendo años. Algo tan cotidiano como esperarla a la puerta del colegio. O firmarle el permiso para que se vaya de excursión. Llevarla al médico o viajar a solas con ella para ir a ver a su abuela. Porque además, ya no va a ser su abuela.

En Italia hay al menos 30 familias que están viviendo eso. Son solo las primeras de una lista que se calcula que tendrá miles de líneas. Mujeres que perderán la custodia de su descendencia en caso de que su pareja se muera. Y es solo un ejemplo.

Allí dicen que “los niños no se van a enterar, no les va a afectar”, pero no es verdad. Esto responde a la estrategia de simplificación de la ultraderecha para que focalicemos en un detalle concreto para así perder la dimensión de la acción completa: la persecución del colectivo LGTBIQ+. Porque a Meloni no le importa el hecho en sí de los registros parentales, sino el conjunto. La existencia de las personas homosexuales, trans, no binaries, la realidad de los modelos que atentan contra su idea de “familia”, aunque esas parejas reproduzcan su cánon, porque conflictúa con ese pensamiento único que se pretende imponer desde la política.

Meloni quiere convertir Italia en un bastión civilizatorio a imitar por el resto de Europa, una patria “digna” con valores morales inquebrantables. Un ejemplo a seguir. Aunque sea a costa de los Derechos Humanos.

«Por cierto, ¿sabemos en qué ley se contempla en España el derecho a la filiación para las mujeres lesbianas? En la llamada ‘Ley Trans’. Esa que Feijóo dice querer fulminar.»

Pero ya la veíamos venir… ¿no? Ya nos dimos cuenta cuando advertimos que existía, quizá por primera vez, hace un año en Marbella declarando sus intenciones en aquel mítin de Vox, aquellos a quienes ahora no les tiembla el pulso a la hora de colgar una lona anunciando que nos pretenden tirar a la papelera porque nos perciben como basura. “Sí a la familia natural, no a los lobbies LGTB”. ¿O quizá nos pareció un meme? Quizá nos reímos, quizá no quisimos darle importancia.

Quizá tampoco se la dimos una vez arrancada su campaña. Cuando pidió retirar un episodio de la serie infantil ‘Peppa Pig’ de la televisión nacional en el que aparecían dos osas lesbianas porque era “adoctrinamiento para los niños”. Quizá incluso pudimos celebrar que declarase la ilegalización y criminalización universal de la gestación subrogada. Eso está bien… ¿no? Quizá también nos pareció una excentricidad cuando declaró junio como Mes del Orgullo de la Familia (heterosexual).

Es el gotero. Plop. Plop. Plop. Y con cada gota, van cayendo derechos.

Por cierto, ¿sabemos en qué ley se contempla en España el derecho a la filiación para las mujeres lesbianas? En la llamada ‘Ley Trans’. Esa que Feijóo dice querer fulminar. Porque a él se le llena la boca en público con las personas trans, las infancias adoctrinadas, el género, la biología, pero conoce bien la ley y sabe, de sobra, que dinamitarla es ponerle una bomba también a los derechos de todo el colectivo LGTBIQ+.

Y el Partido Popular, ahora aliado de Vox, está en camino de hacer lo mismo que los Fratelli d’Italia. Adiós a las banderas en el Orgullo. Plop. Declarar en el Congreso que hay un “aumento alarmante de homosexualidad”. Plop. Pin Parental. Plop. Derogación de la Ley Trans y de derechos LGTBIQ+. Plop. Mensajes de odio en precampaña en lonas gigantes. Plop.

En fin, que cuando veas las barbas de tu vecino cortar…

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