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La salud mental cruzada

No sólo necesitamos pastillas para soñar sino querer vivir cien años con la mejor calidad

15/05/2023 15:36 h

La salud mental cruzada

No sólo necesitamos pastillas para soñar sino querer vivir cien años con la mejor calidad

Ni gominas ni máscaras antigás que cantaba Sabina, ya sabemos que Mr. Wonderful no es una buena receta para dejar de pensar en negativo y comenzar a cuidar lo que llevábamos dentro, el camino para ello se basa en la conquista de derechos. Ni músicas ni melodías repetitivas, toca asumir desde las instituciones lo que ya se está pidiendo en las calles desde hace décadas: recursos y mejoras para la salud mental con perspectiva preventiva y desde un abordaje de gestión pública.

Hace unos días leíamos en prensa a Errejón donde a través de un medio de tirada estatal no se cortaba al titular sus declaraciones con un “Yo abrí la cruzada de la salud mental”. No, Iñigo, no abriste la cruzada, la cruzada la abrieron hace tiempo aquellas personas que ya a finales de los 80 en nuestro país trabajaron por una reforma sanitaria. No hemos sido solo esta generación la que está permitiendo que la salud mental sea uno de los temas más actuales en las instituciones, hay que tener un poquito de humildad, menos orgullo y siempre un poco de memoria para recordar a colectivos, movimientos, pacientes y familiares para saber que una sola persona no puede abrir cruzadas que hace tiempo que se vienen dando por parte de la ciudadanía.

Fue en 1987 cuando se dió un cambio cultural profundo en el plano sanitario con la nueva Ley General, cuando se pasó de los manicomios que describiría Ken Kesey en su “Alguien voló sobre el nido del cuco” a un panorama más alentador donde la asistencia hacia la salud mental comenzó a enfocarse en la integración. De ello ya ha llovido bastante, pero eso del estigma, el tabú y la salud mental siguen cogidos de la mano, la discriminación social por padecer un transtorno mental es actualmente una realidad para muchas personas, lejos, por suerte, quedaron aquellos psiquiátricos más parecidos a prisiones que a lugares de reinserción pero muchas mentes actuales todavía siguen enjauladas en la línea de la amenaza social hacia quienes padecen algún diagnóstico que se recoja en manuales de psiquiatría.La salud mental cruzada

«Desde entonces y hasta hoy se ha podido impulsar una gran red de atención social destinada a personas que sufren o padecen algún tipo de enfermedad mental y cuyo objetivo es la rehabilitación y la ansiada inserción y desarrollo social, vacuo si no se acompaña de medidas activas por la vivienda, el acceso a la educación o el impulso a los servicios sociales»

Se ha avanzado desde aquellos años, sí, y se ha hecho desde la formación, la prevención, la atención centrada en el paciente, la inclusión o la participación que han comenzado a formar parte de las maneras de trabajar en materia sanitaria y mental. Coincido sin ningún pero que todavía queda mucho por recorrer, queda por andar en ese cambio, una transformación que continúa, sigue y se basa en nuevos planes y estrategias gracias a profesionales y luchas ciudadanas no en políticos que permanecen más pendientes de su “yo-mi-me” que del “conmigo”. Un agente político que proclama atención para erigirse como defensor de la materia de salud mental solo denota despotismo y desconocimiento.

En momentos de campaña, como si de una profecía se tratara, se alzarán las voces imperiosas, bisoñas al mismo tiempo, que con aires de grandeza intentan, por la suerte que algún grito les dió, querer arremeter a las luchas sociales. No es tiempo para luchas políticas de quién llegó antes que no llegan a ninguna parte, en tiempos de necesaria transformación la valentía no se centra solo y únicamente en escribir programas políticos y generar autobombo desde las propias redes sociales, ahora lo necesario es tener gente valiente en las calles, que no decaiga, que conozca que la guía se encuentra en el faro de quienes padecen, acompañan y trabajan la salud mental, y que sean capaces para llevar a cabo las medidas más allá de gritarlas en medios de comunicación.

Y desde el grito de las calles, Unidas Podemos hace mucho que simplemente activó la escucha y fue la fuerza que impulsó una Ley de Salud Mental sin dejar de mirar las calles, intentando buscar apoyos se topó con la torpeza de otros partidos como el PSOE que intenta retrasarla en el legislativo y retrasar su aprobación por parte del Congreso. Un tropiezo partidista que no solo secuestra la ley, si no que provoca un retraso en un texto normativo vital. De aprobarse, en nuestro país se daría ese pulso que proclaman quienes luchan desde hace décadas en pro de la salud mental, se tendría la capacidad de cambiar las normas de un juego caduco, un paso que ocasionaría que la atención no dependiera del dinero que cada cual tiene en su bolsillo para poder pagarse o no una terapia, para que las y los profesionales estén presentes en el sistema público con capacidad de desarrollar una asistencia de calidad o para que el paciente fuera, de una vez por todas, el epicentro de esa atención.

La salud mental cruzada

Mientras otros partidos miran, intentan llevarse el rédito o se duermen en el sueño de los (in)justos, ahora, cuando determinadas materias como la salud mental son proclamas sociales y los coletazos de la pandemia lo ha evidenciado, ahora es el momento de no jugar a quién coge la bandera, de tener la capacidad de acción, de impulsar la valentía necesaria y solo así de votar a aquellos que sin grandes loas tienen la capacidad para transformar desde las calles a las instituciones, porque de nuevo: nos va la vida en ello.

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