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Han vendido a Irene Montero

Irene Montero es un activo poderoso del trabajo que el Gobierno de coalición ha realizado en materia de derechos y libertades.

06/07/2023 10:00 h

Han vendido a Irene Montero

Irene Montero es un activo poderoso del trabajo que el Gobierno de coalición ha realizado en materia de derechos y libertades.

Han vendido a Irene Montero  por un plato de lentejas. O ya veremos, porque según los resultados del 23J, puede que hasta por menos de eso. 
Celosos defensores de la mentalidad práctica me conminan a callarme cuando digo en voz alta cosas como esta. No es el momento, Juan, no ayuda; hablar bien de Irene es hacerle el juego a las derechas y propiciar que Abascal acabe de vicepresidente del gobierno… Y así todo el rato.  

Pero vamos a ver, queridas y queridos de toda la vida, eminentes izquierdistas que me reprendéis, ¿de verdad os creéis que callar lo obvio acaba siendo rentable? Apostáis por el pan para hoy, os olvidáis del de mañana, ¿y me queréis convencer de que eso es bueno sin tener ninguna evidencia técnica? ¿Desde cuándo el silencio cómplice es eficaz? ¿de qué rentabilidad me estáis hablando?  

Yo creo que el momento de poner en valor el trabajo de Irene Montero y su equipo en el ministerio de Igualdad es ahora. Yo creo que es el momento de decir que admitir la eficacia de los bulos y las insidias no ayuda a ser optimista de cara al futuro que nos espera. Me conozco demasiadas historias similares, vergonzosos episodios de acoso y derribo en el mundo de la política donde, a toro pasado y cuando ya no vale de nada, acaban reconociendo los méritos de personas a quienes machacaron e hicieron la vida imposible.  

¿De qué le vale por ejemplo a Bibiana Aído, ministra de Igualdad con Rodríguez Zapatero, que trece años después de haberse tenido que ir de España harta de sentirse acosada, venga ahora el Tribunal Constitucional y respalde la legislación sobre el aborto que ella y su equipo pusieron en marcha? 

Es que el Ministerio de Igualdad es una trituradora, diagnostican augustos próceres del tertulianismo, en muchos casos los mismos que la trituran, por cierto. Y si es una trituradora, ¿a qué se debe? ¿No será que sus titulares ponen el dedo en la llaga apenas empiezan a trabajar y eso deja al descubierto lo muy machistas que somos, lo mucho que nos queda por avanzar para que la igualdad entre hombres y mujeres acabe siendo una realidad en instituciones, derechos, costumbres o vida social?  

En eso, en que la desigualdad entre hombres y mujeres disminuyera, fue en lo que empezó a trabajar Aído hace tres lustros y ya sabemos cómo le fue. No podemos tolerar que acabe sucediendo lo mismo con Irene Montero. No se puede pretender que la ministra de Igualdad desaparezca del mapa y de las fotos sin más, -no olvidemos que continúa siendo miembro del Gobierno de coalición-; no se puede pretender que dejemos de hablar del acoso y derribo al que ha sido sometida por las derechas porque hacer eso ahora resulte poco conveniente, o pueda perjudicar los resultados electorales de las izquierdas a la izquierda de los socialistas. 

La lideresa de Sumar no parece haber entendido que si en cada comparecencia pública de aquí al 23J le van a preguntar día sí y día también por la ausencia de Montero en el proyecto que encabeza, puede que lanzar balones fuera y no responder nunca (al menos así ha ocurrido hasta el momento de escribir estas líneas) no sea lo más sensato. 

«Ya está bien de solo valorar y reconocer el trabajo de quien hizo las cosas de manera competente y con sentido de la responsabilidad quince años después de quitarla de en medio. »

Irene Montero es un activo poderoso del trabajo que el Gobierno de coalición ha realizado en materia de derechos y libertades. Que el presidente de ese Gobierno la ningunee, y que la vicepresidenta eluda explicar las razones por las que no cuenta con ella es validar de hecho los argumentos de quienes durante tres años y medio se han dedicado a vituperarla sin parar en el Congreso de los Diputados, ponerla verde en tertulias y primeras páginas de periódicos o acosarla a las puertas de su propia casa.  

A pesar de todo esto, la veo con fuerza, transmite ganas y satisfacción con su trabajo y eso es bueno. Como lo es también que en acontecimientos públicos como el del otro día en Madrid durante la celebración del Orgullo, al paso de la carroza desde la que la ministra saludaba, su nombre fuera coreado con afecto y reconocimiento. Aún así no me parece suficiente, porque Irene Montero no es solo Irene, sino lo que simboliza, lo que significan la lucha de la que ha sido cara visible durante tres años y medio, o las leyes tramitadas –sí, la del Sí es Sí también-, y el valor demostrado a la hora de plantar cara al fascismo que a diario pretende intimidarla.  

Que existan quienes han tenido el valor de llamarla “fusible quemado” es tener muy poca vergüenza. Sobre todo porque esos mismos, a las primeras de cambio y si se vuelve a terciar, volverían a hacerle la pelota sin dudarlo.  

Ya está bien de solo valorar y reconocer el trabajo de quien hizo las cosas de manera competente y con sentido de la responsabilidad quince años después de quitarla de en medio. 

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