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El turnismo “gobernable”

¿En qué momento hemos asumido que la gobernabilidad de España depende de la amnesia colectiva de los últimos años donde comprobamos que frente al bloque reaccionario existe una única alternativa representada en ese bloque de dirección de Estado plurinacional y progresista?.

22/07/2023 10:00 h

El turnismo “gobernable”

¿En qué momento hemos asumido que la gobernabilidad de España depende de la amnesia colectiva de los últimos años donde comprobamos que frente al bloque reaccionario existe una única alternativa representada en ese bloque de dirección de Estado plurinacional y progresista?.

Dos palabras ocupan la centralidad de la agenda política: abstención y gobernabilidad. Ambas buscan desde ya plantear los marcos mentales con los cuales leer los resultados electorales de un domingo que, fuera del wishful thinking del Tezanos, parece que tendrá a Alberto Núñez Feijóo liderando la estrategia de conformación de gobierno ya sea debilitando al PSOE y a Sumar pidiendo una abstención que le permita gobernar sin VOX o, en segunda instancia, reeditando los pactos con VOX que ya ha firmado en muchos territorios. Esto no es novedad. Quien siga creyendo que hay alguna diferencia entre el PP y el partido de Abascal padece, me temo, de una excesiva dosis del negacionismo que ha empañado esta contienda electoral. La fusión de los dos partidos en el bloque reaccionario se consumó hace mucho tiempo. En España no existe una derecha democrática desde hace mucho.

Es precisamente por esta falta de derecha democrática que comprar el marco de la derecha mediática ha sido uno de los principales errores de esta campaña. El gran marco electoral que plantea que “VOX es el lobo” plantea una siguiente pregunta lógica: ¿quién puede impedir que VOX entre al gobierno? Y pese a que algunos han pensado que eso se traducía en votos para las izquierdas, lo que es evidente es que ese marco busca plantear al PP como partido del voto útil en esta contienda donde el LoVox ha sido delineado tramposamente. Gol de la derecha y de la progresía mediática que esta campaña han trabajado para Feijóo.

Llamémoslo “lista más votada” (Feijóo) o “pactos de centralidad” (Felipe González), el mensaje es el mismo: para garantizar un gobierno en España es necesaria una Gran Coalición en la que la abstención permita al Partido Popular gobernar. En política está ya todo inventado. Esta estrategia no es nueva. Encontramos sus pininos en diciembre de 2014 cuando la entonces Secretaria General del PP, María Dolores de Cospedal, abría la puerta a una gran coalición con el PSOE tras el susto por el resultado de Podemos en las elecciones europeas. Mariano Rajoy haría lo mismo tres días antes de las elecciones de diciembre en 2015 porque, nuevamente, Podemos mostraba un músculo que había que neutralizar. Hace uno es meses, quien fuera director de El País en ese periodo, Antonio Caño, confirmaba que había intentado “evitar desde El País el pacto de Sánchez con populistas y separatistas” demostrando que para los poderes el resultado de las urnas debe revertirse en función de lo que buscan defender: el régimen.

«Hoy, el turnismo por abstención vuelve a estar en el centro del debate y lo hace por la apuesta de todos los poderes, pero también, a diferencia de 2015, porque las coordenadas del tablero político esta vez las han delineado desde los frentes que así lo quieren.»

No les funcionó entonces, pero no por eso dejaron de intentarlo. Forzaron un pacto con Rivera en 2016, pero no lograron gobernar. Descabezaron a Pedro Sánchez y auparon TODOS (incluyamos aquí a Zapatero, por cierto) a Susana Díaz que era la garante del turnismo por abstención y tampoco lograron gobernar. En agosto de 2019, desde el PSOE se anunciaba la inviabilidad de la coalición con Podemos por “desconfianza mutua”, lo que nos llevó a una repetición electoral para terminar haciendo lo que se pedía desde diciembre de 2015: un gobierno con Podemos dentro. En septiembre de 2019, el entonces Presidente de la Xunta en Galicia, Nuñez Feijóo, rescataba también la idea de la “gran coalición” y en noviembre de 2019 entraban las patronales a presionar por exactamente lo mismo. Por supuesto, no podían faltar los de la muleta naranja que pidieron lo mismo.

Hay que reconocerle al régimen que es constante. Hoy, el turnismo por abstención vuelve a estar en el centro del debate y lo hace por la apuesta de todos los poderes, pero también, a diferencia de 2015, porque las coordenadas del tablero político esta vez las han delineado desde los frentes que así lo quieren. José María Aznar y Felipe González como actores políticos del régimen han apuntado el tiro, pero lo han hecho también desde el ecosistema mediático de las derechas que ha logrado permear en la progresía mediática que sigue repitiendo que el problema es VOX como si Isabel Díaz Ayuso fuera más moderada que Monasterio. Han logrado situar la pregunta de campaña en clave conservadora planteando que lo que toca es “salvar” los muebles y que quien mejor puede hacerlo es el mismo partido que nos robó todos los muebles, el partido del Rajoy que declaró en la Audiencia Nacional y que fue sacado del cargo de Presidente por la vergonzosa corrupción de su partido. Pero hoy prima la pulsión conservadora. La pulsión de la derrota. El ”roba pero no es fascista”. Algo ha hecho bien el régimen.

El retorno a “lo conocido” se justifica desde una nostalgia falaz por un pasado que fue terrible. La memoria es frágil cuando todos los poderes reescriben la historia con el mismo negacionismo que luego denuncian. Ahora nos dicen que ese pasado no sólo es mejor que “lo posible”, sino mejor que lo que ya hemos vivido en los últimos cuatro años. Cuatro años que buscan borrar al decirnos que necesitamos ese turnismo por abstención para garantizar esa palabrita que instalan desde el fin de semana: gobernabilidad.

¿Cómo va a ser “gobernable” una España con un Partido Popular reaccionario implementando recortes, eliminando derechos o echando fuego a conflictos territoriales desde la negación de la plurinacionalidad? ¿En qué momento hemos asumido que la gobernabilidad de España depende de la amnesia colectiva de los últimos años donde comprobamos que frente al bloque reaccionario existe una única alternativa representada en ese bloque de dirección de Estado plurinacional y progresista? Porque no se puede lo segundo sin lo primero, y porque sabemos que es necesario forzar al PSOE y para eso es imprescindible no ser su apéndice, sino su grano insoportable, su mayor pesadilla, su principal enfado. No quieren gobernabilidad, quieren sumisión. Quieren que firmemos la derrota.

Dice Ivan Redondo, con quien suelo tener muchos puntos en común, que en esta elección se ha impuesto el bloqueo como tema de campaña. Esta vez discrepo. Lo que se ha impuesto es la idea de que sólo hay un desbloqueo posible, la del retorno. La de esa falsa estabilidad bipartidista que significó siempre paz para el poder y pesadilla para las mayorías. Han querido borrar a Podemos de la historia. Ahora quieren borrar al gobierno de coalición progresista que fue posible por ese bloque que no han defendido los llamados a hacerlo. Ni Sánchez ni Díaz. La pregunta que debemos hacernos es si permitiremos que esa amnesia intencional se abra paso. El negacionismo, ojo, no está sólo en VOX.

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