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El periodismo de Silvia Intxaurrondo

Manda narices que tenga que ser noticia que una periodista haga bien su trabajo.

18/07/2023 13:32 h

El periodismo de Silvia Intxaurrondo

Manda narices que tenga que ser noticia que una periodista haga bien su trabajo.

Hay tres maneras de analizar la famosa entrevista a Feijoó en La Hora de la 1 de tve y la bola de nieve en que se ha convertido que la periodista Silvia Intxaurrondo dejara desnudo al líder del PP limitándose sencillamente a hacer bien su trabajo. La primera de ellas podría ser el estilo trumpista abrazado ya sin discusión por el PP y su líder a la cabeza; la segunda, esa balsa de pirañas llamada Televisión Española y la tercera, el pésimo momento por el que atraviesa el ejercicio del periodismo en España.

Confieso que gocé viendo cómo Silvia, compañera de fatigas en los tiempos de CNN+ y Cuatro, hacía gala una vez más de su contrastada profesionalidad y acababa de un plumazo con esa impunidad con la que Feijoó lleva mintiendo puede que toda su vida, pero sobre todo desde que empezó la campaña y en especial durante ese momento culmen del cara a cara con Pedro Sánchez en Antena Tres. El líder del PP debió creer que continuaba teniendo enfrente a Vicente Vallés, se encontró con Silvia y se cortocircuitó porque no podía entender que alguien “osara” rebatirle sus mentiras.

Puede que al gallego amigo de narcotraficantes lo que le ocurra es que en la cohorte que le rodea no haya quien se atreva a decirle nunca la verdad, puede que se haya acostumbrado a que buena parte del mundillo periodístico actúe como una prolongación de Génova13 y claro, cuando alguien le cuestiona el discurso evidencia su falta de costumbre para reaccionar con serenidad. La chulería, la prepotencia y la mala educación con la que se comportó frente a Intxaurrondo así parece certificarlo. “Espero que usted rectifique” llegó a decirle, y cuando descubrió que la había cagado intentó salir al paso en redes con matizaciones ridículas creyendo que así solventaría el asunto y pasaría la tormenta.

Pues no, no se ha solventado el asunto ni ha pasado la tormenta porque lleva tanto tiempo pasándose tantos pueblos, tanto tiempo yendo con el cántaro a la fuente que al final, claro, se ha roto en pedazos. Mintió no solo con lo de las pensiones sino también con un asunto muy serio relacionado con la seguridad del Estado. En una radio teóricamente amiga como es Onda Cero, ya sufrió días antes un revolcón cuando Carlos Alsina tuvo que precisarle que el asunto del Pegasus se había archivado por falta de colaboración de Israel, una falta de colaboración que Feijoó atribuyó a Pedro Sánchez argumentando que lo había leído en un teletipo. Cuando en tve Intxaurrondo le preguntó si recordaba de qué agencia era el teletipo, el candidato popular respondió que no. Pues claro que no, ¿cómo iba a recordar algo que era otra mentira más?

En línea con el segundo enfoque posible del análisis de la entrevista, admito también que tras disfrutar viendo un ejercicio de buen periodismo en la televisión pública, acto seguido, y dado el conocimiento que tengo de las tripas de esa casa, me temí lo peor y así ha sid: Intxaurrondo ha recibido en redes apoyos de compañeros a título personal, es verdad, pero a la hora en que escribo estas líneas todavía no se ha producido ningún apoyo institucional. Algo que, a tenor de la deriva que ha ido adquiriendo el asunto, sería muy de agradecer por parte de quienes queremos creer que tve tiene todavía solución.

«El periodista existe para que la ciudadanía vea y sepa lo que los políticos no quieren que se vea ni que se sepa. ¿Cómo es posible que haya que desgañitarse reivindicando esto?.»

Pero no, entre los que temen por su sacrosanto plus, quienes están tan a gustito en sus sillones y quienes se dedican a dinamitar desde dentro la convivencia en la corporación, el caso es que nadie acaba de dar en la mesa ese higiénico puñetazo que sería tan de agradecer por quienes vemos en peligro la libertad de expresión y echamos tantas veces de menos el ejercicio profesional del periodismo en las televisiones públicas. No quiero pensar que la escasez de apoyo a Intxaurrondo tenga nada que ver con que es contratada y no es una periodista “fija de la casa”. No quiero pensar que estemos ante un nuevo caso Cintora, no quiero pensar que acabe ocurriendo lo mismo que en Telemadrid cuando Silvia, haciendo el periodismo que ella sabe, puso en apuros a Díaz Ayuso y al poco tiempo dejó de trabajar allí.

No quiero pensarlo, pero me preocupa que significativos cargos del PP como González Pons hayan hecho públicos tuits intimidatorios tachando a tve de “partido político”. En parte les está bien empleado esto a quienes durante toda la legislatura han dejado que el PP campara por sus respetos en la columna vertebral de la casa, que son los Telediarios, ofreciendo una información sesgada, nunca progubernamental, tolerante con Vox y siempre antiPodemos “por miedo a que el PP se enfadara”. Eso ha sido literalmente así porque entre los responsables de informativos hay algún que otro cobarde de libro ¿De qué les ha servido? Ahí tienen a su mimado PP, advirtiéndoles que los días están contados para ellos si ganan el próximo domingo. Aquello de Roma y los traidores, ya saben.

Esta es la cera que arde, y arde sobre todo por la dinámica vergonzante que se ha instalado en el desempeño de la profesión periodística, tercer ángulo que proponía al comienzo para analizar el trabajo de Intxaurrondo frente a las descaradas mentiras de Feijoó. Manda narices que tenga que ser noticia que una periodista haga bien su trabajo. Manda narices que hayamos olvidado que la función de un informador no consiste en ponerle un micrófono a un político para que suelte lo que le venga en gana sin recibir la réplica adecuada. Manda narices que un “sabio” como Margallo se pasee por las tertulias escandalizándose porque una profesional del periodismo hace lo que todos deberían hacer.

¿Cómo es posible que los hayamos acostumbrado tan mal? ¿Cómo es posible que nos hayamos echado tanta tierra encima que ahora cueste tanto defender la esencia del periodismo, su razón de ser, que es controlar al poder, impedirles que practiquen la impunidad, pedirles cuentas de sus actos? El periodista existe para que la ciudadanía vea y sepa lo que los políticos no quieren que se vea ni que se sepa. ¿Cómo es posible que haya que desgañitarse reivindicando esto? ¿Cómo es posible que las Asociaciones de la Prensa no actúe con la mayor celeridad, como ha hecho el Sindicato de Periodistas, para poner los puntos sobre los íes en un asunto en el que está en juego no solo el poco prestigio que le queda a la profesión, sino cuál va a acabar siendo su papel en el futuro? ¿Lo harán?

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