Miedo tras la victoria de la ultraderecha en las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023.
A pesar de los resultados de las elecciones autonómicas y municipales de 2023, gracias al progreso y a la evolución social, no quedará espacio para el miedo que podría llegar a infundir la victoria de la ultraderecha.

El miedo

Ante cualquier cambio, hay incertidumbre. Y esa incertidumbre es la que usan la derecha y la ultraderecha para inculcar el miedo. Miedo a que se transforme la realidad, a que se alteren las cosas, a que se pierdan los privilegios.

30/05/2023 18:29 h

El miedo

Ante cualquier cambio, hay incertidumbre. Y esa incertidumbre es la que usan la derecha y la ultraderecha para inculcar el miedo. Miedo a que se transforme la realidad, a que se alteren las cosas, a que se pierdan los privilegios.

Mucha gente tiene miedo. Mucha. Desde el pasado domingo, más aún. Al confirmarse los resultados definitivos en las elecciones autonómicas, hemos visto que nuestras pesadillas pueden convertirse en realidad. O, más bien, que viejos recuerdos que habíamos guardado en un cajón pueden volver a materializarse. No es que la izquierda haya “perdido”, es que la ultraderecha se impulsa con fuerza.

Si atendemos a la descripción de lo que es el miedo, nos encontramos con algo que difícilmente podemos describir, pero que cualquiera puede identificar que tiene. Sentir miedo es tener una sensación “provocada por la presencia de un peligro real o imaginario”. Qué revelador es esto si lo aplicamos al ambiente social que vivimos ahora mismo. Históricamente, el miedo ha sido utilizado para controlar. Siempre hay un peligro ahí fuera con el que atemorizarte y evitar que salgas, que te alejes. Cómo no iba a ser también un instrumento que usasen las ideologías para su propio beneficio. Tanto de un lado como del otro.

Pero sí es cierto que hay quienes sufren los resultados electorales más allá del plano ideológico: a todo el mundo le afecta en el plano laboral, en el de la vivienda, en el medioambiental… pero hay derivas políticas que a algunas no solo nos afectan como ciudadanas, también condicionan nuestra vida integralmente porque suponen la implantación de políticas anti-persona. Es el caso de las personas migrantes, el caso de las mujeres y el caso también de quienes pertenecemos a la comunidad LGTBIQ+.

Somos muchas las personas que sentimos una punzada de terror al pensar (que no asumir) que la gobernabilidad del país en el que vivimos puede depender de la derecha y la ultraderecha. Ya sospechábamos, pero ahora vemos, que lo que llevamos viendo acontecer en los últimos años en Estados Unidos y en Europa, toca ahora aquí. El palpable retroceso en materia de derechos feministas, antirracistas y LGTB ya hemos visto que es posible.

Han pasado cinco años desde la violenta ‘purga gay’ en Chechenia, pero las víctimas siguen buscando justicia a día de hoy. En los últimos meses, Hungría ha aprobado una ley anti-LGTBI que persigue cualquier tipo de manifestación pública y permite denunciar de forma anónima a parejas homosexuales por “violar el papel del matrimonio y la familia reconocido en la Constitución”. Meloni mantiene una guerra abierta en Italia contra todo lo que suponga salirse mínimamente del matrimonio heterosexual.

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«Somos muchas las personas que sentimos una punzada de terror al pensar (que no asumir) que la gobernabilidad del país en el que vivimos puede depender de la derecha y la ultraderecha.»

Pero lejos de querer enumerar todos los derechos que podemos perder, toca plantearse lo que supone un cambio de gobierno para quienes esto condiciona cómo somos percibidos por el resto de la ciudadanía con la que convivimos. Están creciendo partidos que representan a aquellos que nos llaman agenda woke, circo progre, secta LGTB. Que nos insultan y agreden en las redes, pero también en los espacios públicos. Partidos que nos usan como instrumento político, arma arrojadiza social, que nos deshumanizan. Garantizar o derogar nuestros derechos les sirven para ganar o perder votos. Antes era el matrimonio igualitario, ahora la ley trans.

Y esto no tiene otro eje que el miedo. Por fortuna, estamos experimentando un cambio social impresionante que la derecha aprovecha para alimentar el pánico. Ante el progreso y la evolución, ellos gritan: ¡ideología de género! ¡Que vienen los maricones, las feminazis, los señores que ahora son señoras! ¡Quieren corromper a nuestros hijos, acabar con la familia! E implantan en el electorado la idea de que HAY QUE CONSERVAR. Conservar las costumbres, conservar las tradiciones, “lo de siempre, lo normal”, los privilegios. Y esta estrategia es poderosísima, porque cualquier cambio conlleva incertidumbre y no es diferente en el caso del cambio social. Y la incertidumbre ajena es a lo que se agarran aquellos que desean gobernar a una sociedad que prefiere que les digan qué decir, qué pensar, cómo actuar, dónde deben sentarse para estar más cómodos. A quién odiar. A quién atacar cuando el dedo del amo señala.

En cualquier caso, gana el miedo.

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