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Ecuador en crisis: cómo el odio y el fanatismo neoliberal destruyeron un país que iba bien

En Ecuador, lo que los neoliberales en el poder desde 2017 tenían que hacer era equilibrar su ideología privatizadora con la realidad compleja y el tipo de conflictividad social de su país. Pero lo hicieron al revés y jodieron –literalmente– todo lo que estaba bien.

12/08/2023 20:31 h

Ecuador en crisis: cómo el odio y el fanatismo neoliberal destruyeron un país que iba bien

En Ecuador, lo que los neoliberales en el poder desde 2017 tenían que hacer era equilibrar su ideología privatizadora con la realidad compleja y el tipo de conflictividad social de su país. Pero lo hicieron al revés y jodieron –literalmente– todo lo que estaba bien.

Lo que ocurre estos días en Ecuador hay que situarlo en el contexto de un país que pasó de ser el segundo más seguro de América Latina a hoy ser de los más violentos del mundo. Una historia de irracionalidad ideológica (neoliberal), persecución política e irresponsabilidad mediática. Veamos.

En primer lugar, como demócratas debemos expresar total solidaridad con la familia de Fernando Villavicencio; el candidato presidencial recientemente asesinado. Es una tragedia humana resultado del peor salvajismo. Viví seis años en Ecuador. Vi de primera mano cómo todo lo que estaba bien allá lo desmontaban porque sí. Cuando Rafael Correa salió del poder en 2017 (vivía en el país ese tiempo) dejó un país estable, con una clase media amplia en vías de consolidación, infraestructura vial de las mejores del mundo, miles de estudiantes becados en el exterior y seguridad (hechos fácilmente verificables). Pero a partir de entonces, bajo criterios ideológicos neoliberales, se comenzó a desmantelar la institucionalidad estatal que había producido y sustentado esos datos. Todo ello en nombre de la “eficiencia” (sic) porque supuestamente el Estado era muy "obeso"; como repetían día y noche –en hora pico de televisión y radio– los portavoces del neoliberalismo ecuatoriano.

El fanatismo neoliberal de quienes, tras Correa, tomaron el estado ecuatoriano fue muy notable y destructor. Así, cometieron un error de manual en política que es proceder del marco conceptual a los hechos y no al revés. Pusieron sus criterios ideológicos por encima de la facticidad. En un país que, en virtud de su trayectoria histórica y según sus complejidades sociohistóricas y territoriales, requería un Estado fuerte que equilibrara entre sectores con intereses en disputa, los neoliberales ecuatorianos optaron por las vulgares teorías del estado pequeño porque sí. ¿Entonces qué ocurrió? Pues lo que vemos hoy: se le quitaron al Estado las capacidades técnicas y de dirección política que tenía para responder a las demandas sociales y a los conflictos territoriales de toda índole que en una nación tan diversa y compleja existen.

Como progresista de izquierdas, y mis estudiantes de diferentes países lo saben, soy muy crítico de experiencias como la venezolana y otras que, en mi criterio, justamente fracasaron o se debilitaron porque quisieron imponer criterios ideológicos particulares a los hechos. Y eso suele ser letal. La política, por un lado, tiene una parte que atañe a ideología como ideales y lucha de concepciones. Es lo que heiddegerianamente llamamos nivel ontológico. Pero tiene otro nivel que atañe al marco institucional mediante el cual se procesa lo primero. Que es el nivel óntico. En este plano, aquello que Dahl llama el "criterio técnico", tiene una importancia decisiva. Aquí se trata de cómo las instituciones e instrumentos generan resultados concretos frente a hechos que escapan a los ideales en pugna. Esta parte debe equilibrarse con la ideología.

«Espero Ecuador salga de su actual oscuridad. Aunque, tristemente, lo dudo pues el único partido con la solvencia técnica y claridad política que tiene para volver a encaminarse saldrá muy golpeado luego del asesinato del candidato por toda la manipulación que harán para afectarlo.»

En Ecuador, lo que los neoliberales en el poder desde 2017 tenían que hacer era equilibrar su ideología privatizadora con la realidad compleja y el tipo de conflictividad social de su país. Pero lo hicieron al revés y jodieron –literalmente– todo lo que estaba bien. En cuanto a la persecución, en Ecuador sentenciaron un expresidente, precisamente el que había logrado convertir el país en próspero y estable, por “influjo psíquico”. Una monstruosidad jurídica que hasta juristas muy críticos de Correa han denunciado por indefendible. Y, por último, esa persecución fue –y sigue siendo– instigada por sectores mediáticos irresponsables que, en nombre del odio al correísmo, han convertido mentiras en verdades introyectando un odio irracional en amplias porciones de la población. El odio nunca construye nada; solo sirve para destruir. Y destruyó totalmente Ecuador.

Ecuador es un ejemplo de manual –así explicaba en cursos que di allá donde había gente de todas las vertientes ideológicas– de todo lo que no debe hacerse en un país de los llamados en vías de desarrollo que, respetando su propia realidad, iba por el camino correcto. Espero Ecuador salga de su actual oscuridad. Aunque, tristemente, lo dudo pues el único partido con la solvencia técnica y claridad política que tiene para volver a encaminarse saldrá muy golpeado luego del asesinato del candidato por toda la manipulación que harán para afectarlo. Y, todo ello con una parte de la prensa ecuatoriana y de su población enferma de odio diciendo que el correísmo mató al candidato. Es decir, habrían provocado una situación que objetivamente les afecta ya que, de una elección que tenían prácticamente ganada, ahora pueden perfectamente perderla. Irracionalismo puro.

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