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Continúa el calvario judicial de Juan Carlos I en Londres

Corinna acusa al emérito de acosarla para que le devolviera los 100 millones de dólares que Arabia Saudí le regaló al monarca en 2008, cuando era jefe del Estado.

18/07/2023 17:46 h

Continúa el calvario judicial de Juan Carlos I en Londres

Corinna acusa al emérito de acosarla para que le devolviera los 100 millones de dólares que Arabia Saudí le regaló al monarca en 2008, cuando era jefe del Estado.

Juan Carlos de Borbón está pensando en sus clásicas regatas en nuestro país, y para eso querría venir de nuevo después del 23 de julio, día de elecciones generales. Eso sí, el emérito hará bien en no despistarse porque en estas fechas prosigue su particular calvario judicial que le puede llevar al banquillo de los tribunales en Reino Unido: a partir del hoy, 18 de julio, la Justicia británica retoma las actuaciones preliminares sobre la demanda de Corinna Zu Sayn-Wittgenstein-Sayn contra su persona por presunto acoso, seguimiento ilegal y difamación. Según relata el diario Público, se prevén cuatro días de vista a partir del martes. ​​La demanda civil, presentada en 2020, afectaría en todo caso a los hechos denunciados a partir de junio de 2014, cuando Juan Carlos abdicó, ya que sobre los años previos se ha establecido que el monarca gozaba de inmunidad. Estos días, en las cuestiones preliminares, tendrán que resolverse asuntos como la forma en la que el emérito fue informado de la demanda -al parecer, a través de WhatsApp- y la jurisdicción o competencia de la Justicia inglesa para juzgar a ciudadanos extranjeros de alegaciones cometidas fuera de su jurisdicción. El diario 20 Minutos, a este respecto, informa de que el emérito tiene nuevos abogados.

La cuestión de la inmunidad -que tardó en resolverse dos años- no es trivial en este caso, puesto que los hechos que motivaron el inicio del presunto acoso denunciado por Corinna se produjeron en el ejercicio de su cargo de Jefe del Estado. Y algunos de los episodios más notorios de ese acoso también, en concreto, en 2012. Pero la demanda denuncia que esta conducta reiterada se habría prolongado en el tiempo hasta 2020. Y, por tanto, serían enjuiciables.

Juan Carlos niega las acusaciones, que están contenidas en una amplia demanda que puede consultarse aquí. El proceso terminará en juicio con una llamativa lista de testigos si antes las partes no llegan a un acuerdo. Una vez archivadas las posibles actuaciones sobre sus irregularidades fiscales y posibles delitos penales, debido en parte a que prescribieron y en otra parte a su inmunidad, este juicio en Londres es su única causa pendiente con los tribunales. Pero, salvo que ambas partes lo arreglen en un giro de los acontecimientos que ahora mismo se antoja imprevisible, este caso promete ríos de tinta y una situación más que incómoda para quien fuese Jefe del Estado durante casi cuarenta años en nuestro país.

La demanda de Corinna enmarca el desencuentro entre ambos tras su ruptura sentimental y el intento de Juan Carlos por revertirla, y explica que es a partir de entonces cuando este “solicitó la devolución de una serie de regalos que le había hecho, incluida una sustanciosa donación económica que el Demandado le había hecho libre e irrevocablemente”, lo que daría lugar al presunto acoso, seguimiento y difamación. Esta “sustanciosa donación” se antoja la causa fundamental o más relevante de todo: son 100 millones de dólares -al cambio de entonces, unos 65 millones de euros- que Juan Carlos transfirió a Corinna en 2012 desde la cuenta de la sociedad Lucum.

El dinero procedía de un regalo -textualmente, “pure gift”- de Arabia Saudí al monarca en 2008 y, en este sentido, esta enorme suma de dólares fue investigada por el fiscal suizo Yves Bertossa como posible comisión por la adjudicación a empresas españolas del AVE a La Meca. Cuando Corinna presentó la demanda esta investigación todavía estaba en curso, pero en diciembre de 2021 todo quedó en papel mojado: ni se pudo demostrar que el “pure gift” fuese una posible comisión ilegal, ni que cuatro años después hubiese un delito de blanqueo al transferirlo a Corinna. En su demanda, ella insiste en que Juan Carlos trató de recuperar esta suma en repetidas ocasiones después de su abdicación.

«¿Se imaginan a un jefe de Estado elegido democráticamente recibiendo 100 millones de dólares de una potencia extranjera en una cuenta opaca?.»
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La demanda tiene miga. Será tarea de los jueces dirimir los hechos relatados, pero la relación de presuntos actos y estrategias de acoso y difamación es extensa y prolongada en el tiempo. Según su versión, existió implicación de agentes del CNI en el seguimiento, registro y control de las actividades de Corinna y de su familia, tanto antes como después de junio de 2014, fecha de la abdicación de Juan Carlos. Según su versión, se implicó incluso su máximo responsable, Félix Sanz Roldán. Según su versión, fue el propio Juan Carlos el encargado de difamar -y con ello causar perjuicio en el plano profesional de consultora- a varios de sus amigos comunes, todos ellos situados en el lado más privilegiado de la sociedad: habla del empresario de origen cubano Pepe Fanjul, del mexicano Allen Sanginés-Krause -quien le habría proporcionado fondos para una trama de tarjetas black- o de Mohammed Mahfoodh Al Ardhi, vicepresidente del Banco Nacional de Omán, así como de la familia real de los Emiratos Árabes y del rey de Arabia Saudí.

A propósito de los propios saudíes, la demanda de Corinna señala textualmente que en 2015 supo que Juan Carlos viajó a Riad “y le había dicho al rey Salman de Arabia Saudí y a Mohammed bin Salman, el príncipe heredero de Arabia Saudí (ambos amigos íntimos de él) que ella había robado dinero que le había regalado el difunto rey Abdullah de Arabia Saudí al Demandado (Juan Carlos). Hacía referencia a los activos de las cuentas de Lucum Foundation que el Demandado, de hecho, había donado, legal e irrevocablemente a la Demandante (Corinna). El Demandado también le dijo al príncipe heredero que la Demandante no era de fiar”.

La demanda de Corinna relata, de hecho, cómo en 2019 sus abogados de entonces se dirigieron a la Casa Real para dar a conocer la situación -y, según su relato, acabar con el acoso-, lo que habría dado lugar a un último y tenso encuentro entre ella y Juan Carlos. Los abogados de Corinna le comunicaron entonces a Felipe VI que ellos sabían que él mismo era beneficiario de sociedades opacas de su padre. Y Felipe ocultó las cartas y no dijo nada hasta desmarcarse de todo en 2020, un año más tarde. La demanda de Corinna, por último, explica que los agentes del CNI se apresuraron a destruir documentación suya en Suiza y a buscar más papeles.

Pillado con 100 millones

Volvamos atrás, al hecho fundamental que motiva buena parte del caso. El próximo 8 de agosto se cumplirán 15 años de la transferencia a modo de regalo de Arabia Saudí a Juan Carlos. Como contexto, no fue el primer dinero que el rey recibía de sus amigos saudíes: ya ocurrió en los setenta.

Para el fiscal Bertossa no ha quedado acreditado que estos millones fueran una comisión ilegal del AVE a La Meca. Pero de lo que no hay dudas es de que Juan Carlos recibió una transferencia bancaria del Ministerio de Hacienda de Arabia Saudí en una cuenta suiza de una fundación panameña de la que el rey era el beneficiario. El hecho en sí no habla tan solo de corrupción sino de un cuestionable sentido de la representación de su país. ¿Se imaginan a un jefe de Estado elegido democráticamente recibiendo 100 millones de dólares de una potencia extranjera en una cuenta opaca?

La fecha de ese regalo dice mucho también del universo paralelo en que vivían unos y otro. 2008 fue el comienzo de la pesadilla para millones de españoles, que vivieron con angustia la mayor crisis hipotecaria que recordamos. En 2008 estalló la burbuja financiera e inmobiliaria cuyas consecuencias hemos pagado y seguiremos pagando durante años. Pero 100 millones. Como dijo Ernesto Ekaizer, esta vez le pillaron con el carrito del helado.

Igualmente significativo es qué hace Juan Carlos con ese dinero y por qué. Lo mantiene en sus manos hasta que en 2012 decide donárselo desde su cuenta de Lucum y de forma irrevocable a Corinna, a través de su abogado Dante Canonica. Ese año, Suiza se prestaba a ser más transparente con la información bancaria, y este dinero en manos de un Juan Carlos en el ejercicio de su cargo de rey no era algo precisamente fácil de explicar. Luego está la parte freudiana: que si quería volver con ella y de esta forma ganaba puntos, que así lo disfrutarían juntos…; o quizá se tratase de simple ingeniería financiera entre socios de negocios comunes. Lo que está claro es que el monarca se lo transfirió. Y ella denuncia en la demanda que no ha cesado en su acoso hasta hoy para recuperarlo por todos los medios posibles.

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