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Comparaciones odiosas: ¿era 2019 un contexto electoral mejor que 2023?

Si los resultados han sido los que han sido, tal vez deberían analizar más lo que han hecho en todo este proceso de construcción de los que ha sido finalmente Sumar, tanto en sus inicios, como en la configuración de listas, como en la propia estrategia de campaña.

25/07/2023 14:22 h

Comparaciones odiosas: ¿era 2019 un contexto electoral mejor que 2023?

Si los resultados han sido los que han sido, tal vez deberían analizar más lo que han hecho en todo este proceso de construcción de los que ha sido finalmente Sumar, tanto en sus inicios, como en la configuración de listas, como en la propia estrategia de campaña.

Decía el periodista Aitor Riveiro este pasado lunes en Twitter que “no hay que ser el lápiz más afilado del estuche para ver que Sumar ha sacado peor resultado el 23J que Unidas Podemos en 2019. Con muchas más a favor que Pablo Iglesias hace 4 años. Los motivos se podrán analizar en diferentes formas. El hecho es incontrovertible.”. No obstante, el hecho de que haya habido diferentes voces que han señalado algo tan obvio, parece haber desatado una ola de incomprensión por parte de aquellas personas que están tratando de hacernos creer que los resultados obtenidos por Sumar el pasado domingo son unos resultados “históricos”.

Yo entiendo perfectamente que la política en pleno año 2023 tiene un componente de relato y de construcción de realidades narrativas que le es intrínseca y sin la cual sencillamente sería imposible interpretar la realidad que la envuelve. Ahora bien, como se suele decir, es evidente también que hay no pocas ocasiones en las que “datos, matan relatos”. Y los datos comparativos entre los resultados de UP en las dos elecciones de 2019 y los obtenidos por la candidatura de Sumar este 23J son incuestionables. Sumar no ha logrado superar el peor resultado de UP y eso es imposible de refutar. Otra cosa, como bien decía el citado Riveiro, es la interpretación que se quiera hacer de ello o de las razones que lo pudieran explicar.

Desde luego, entre esas razones, y como bien alude también Aitor en su tuit, no estaría, en ningún caso, la de tratar de justificar la pérdida de 700.000 votos que tuvo el espacio Sumar respecto de la suma del conjunto de sus partidos en Noviembre de 2019, en que las condiciones de partida para la actual candidatura eran peores que las que tuvo en su día tanto UP en abril de 2019 como en la posterior repetición electoral del 10N.

Más bien, si hacemos un análisis detenido de las mismas, podríamos decir que estaríamos ante todo lo contrario. En aquel entonces UP vivía uno de sus momentos más complicados tras cuatro años de existencia y desgaste continuado por parte de medios, cloacas y fuerzas judiciales reaccionarias, mientras que en esta ocasión la coalición liderada por Yolanda Díaz tenía ante sí un verdadero oasis mediático, policial y judicial, fruto de su propia campaña de renuncias y distensión respecto de la crítica a estos poderes que tanto mandan sin presentarse a las elecciones, que ya hubieran deseado entonces los morados.

Se suponía, pues, que esa estrategia de renuncias y cambio en el tono y en el objeto de los ataques y los señalamientos públicos a ciertos poderes, debía servir para sumar votos y crecer respecto de los resultados de UP, al menos así fue como se trató de vender mientras se llevaba a cabo, cuando cualquiera dentro del espacio osaba señalar que era un error y un cambio en la estrategia política que no iba a conducir a un aumento de apoyos, sino a, como finalmente se ha comprobado, una perdida de los mismos. Pero no ha sido así y ahora lo que no se puede pretender es querer hacernos creer lo contrario: que lo correcto y lo que daba votos era hacer lo que hizo UP en 2019 aunque se haya renunciado explícitamente a ello. En política hay que ser coherentes y hay que asumir las decisiones con todas sus consecuencias.

Curiosamente, y no por casualidad, claro, en esta campaña han sido personas del PSOE, por un lado Pedro Sánchez y por otro Zapatero, quienes no han tenido el menor problema en ocupar esos espacios de crítica a los poderosos que Sumar había decidido dejar voluntariamente vacíos. Ver a Pedro Sánchez en sus múltiples entrevistas cuestionando con dureza a, según sus propias palabras, “esas fuerzas de la derecha mediática, política y económica, que no lo quieren de Presidente” o a Zapatero sentado en el plató de ARV dando una auténtica lección de confrontación política a Ferreras, a una misma vez que desde la candidatura de Sumar sus principales representantes eran incapaces de decir una sola palabra al respecto, ha sido, probablemente, una de las cuestiones más frustrantes de la campaña para muchos y muchas votantes de izquierdas, y, desde luego, una de las razones que pueden ayudar a explicar la mencionada perdida de apoyos respecto de 2019. Pregunten en sus entornos y verán.

«Pero decir que no se pueden comparar estos resultado con los de 2019 porque es que en 2019 el contexto político era otro y era en general más favorable para los intereses de UP que el existente ahora en esta campaña para los intereses de Sumar, es simplemente mentira. »

Porque sí, compañeros y compañeras que han estado el frente de la campaña de Sumar, a mí y a mucha gente más se nos puede convencer de muchas cosas debatiendo y razonando, pero entre ellas, desde luego, no está ni podrá estar nunca, esa con la que ahora están intentado hacernos creer que la posición de UP en las campañas de 2019 era mejor y más cómoda desde el punto de vista mediático, político, demoscópico y de construcción de relato y narrativa de campaña, que la que ha tenido Sumar en esta campaña de 2023. Es casi insultante.

El espacio político de UP llegaba a 2019 tras una escisión puramente vengativa (y posterior presentación de esa escisión a las elecciones), con todos los medios en contra, con sus dirigentes satanizados y perseguidos por denuncias falsas y campañas brutales impulsadas desde las cloacas del estado. Llegaba también con su principal rival, Pedro Sánchez, convertido primero en héroe épico de izquierdas por su victoria a Susana Díaz, y después en el Presidente del “Gobierno bonito” que había logrado echar a M. Rajoy de la Moncloa. Igualmente llegaba sin haber estado previamente en el Gobierno del estado y, por tanto, sin haber tenido la visibilidad que le puede dar a uno una Vicepresidencia del Gobierno o el haber tenido cuatro años de gestión al frente de un Ministerio clave en el desarrollo de una legislatura histórica en materia de avances sociales. Y si hablamos de perspectivas demoscópicas, repasen las encuestas, por ejemplo, de Gad3 en la semana previa al 28 de abril de 2019, en la cual, en un escenario muy similar a lo dicho por esta encuestadora ahora, a UP se le daban 27 escaños, aunque finalmente lograra llegar a los 42. Ese era el punto de partida de 2019.

Ahora, en cambio, pese a lo ocurrido en las elecciones municipales y autonómicas del 28M, se llegaba con una candidatura liderada por la persona que tenía la mejor valoración de todos los lideres políticos en múltiples encuestas de opinión, se llegaba tras un proceso que había supuesto, y así nos lo quisieron vender, un “acuerdo histórico” que había logrado alcanzar “la mayor suma de fuerzas de izquierdas de la historia”, y que, entre otras cosas, había supuesto la reincorporación de las citadas escisiones de Podemos a un mismo espacio unitario. Por otro lado, se ha llegado tras una experiencia de Gobierno de cuatro años en la cual el espacio político de Unidas Podemos había puesto su sello a las medidas más avanzadas y progresistas de la legislatura (tanto es así que durante toda la campaña hay quien ha intentado asociar esos logros directamente con Sumar y borrar el recuerdo de UP de los mismos). También se ha llegado, por decisión de Yolanda Díaz, con todo un ramillete de nuevos liderazgos puestos al frente de los lugares más visibles, que no estaban ni criminalizados, ni castigados por campañas cloaqueras e informes PISAs varios, y, por supuesto, que todos ellos y ellas, como el conjunto de la candidatura en sí, han tenido un tratamiento exquisito de los principales medios. Por no decir que se había llegado en un momento donde todo el mundo daba por muerto a Pedro Sánchez y al que parecía haberle abandonado la suerte y la épica.

Así que, de verdad, traten ustedes de explicar el resultado de Sumar aludiendo a otras cuestiones. Hagan o no hagan la autocrítica que vean necesaria. Pero no nos tomen por idiotas. Nunca desde la existencia de Podemos y el fin del bipartidismo, una candidatura de eso que alguna vez se llamó el “espacio del cambio” y que ahora súbitamente ha vuelto a ser “la izquierda a la izquierda del PSOE”, había llegado en unas condiciones tan óptimas, desde el punto de vista de apoyo mediático, del capital político acumulado y de relato en positivo de sus principales portavoces construido por los grandes medios de comunicación, como en esta campaña. Si los resultados han sido los que han sido, tal vez deberían analizar más lo que han hecho en todo este proceso de construcción de los que ha sido finalmente Sumar, tanto en sus inicios, como en la configuración de listas, como en la propia estrategia de campaña. Que a lo mejor ahí tienen algunas explicaciones y lecciones sobre lo ocurrido.
Pero decir que no se pueden comparar estos resultado con los de 2019 porque es que en 2019 el contexto político era otro y era en general más favorable para los intereses de UP que el existente ahora en esta campaña para los intereses de Sumar, es simplemente mentira.

Y como hemos visto perfectamente en esta campaña, mentir está muy mal y además es políticamente un suicido para cualquier liderazgo y cualquier partido que lo lleve a cabo.

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