En México, este año es: “2023, Año de Francisco Villa, el revolucionario del pueblo”. Propuesta realizada por el Ejecutivo Federal y que fue aprobada en la Cámara de Diputados, con 422 votos a favor, 3 en contra y 49 abstenciones. Cualquiera que siga el día a día de las declaraciones del Presidente AMLO, observaría cómo comenzó 2023, con un letrero conmemorativo de la efeméride.

En España sería impensable que el jefe del estado, compareciese con la imagen de alguno de los héroes de la independencia, tipo Juan Martín Díez , el Empecinado y ya que decir, de dedicar un año institucional, a dirigentes democráticos de la II República como el Presidente Juan Negrín. Lógico, por otra parte, en un Estado Español, donde la monarquía es heredera del absolutismo y la reacción y donde la memoria, sigue siendo un tema de conflicto partidista y no una de las bases, de una sociedad democrática.

A este lado del charco la visión del personaje, Francisco Villa, es peyorativa. Quién no ha dicho u oído aquel: “el ejército de Pancho Villa”, como definición típica de desorganización o tarareado la Cucaracha. La figura de Francisco Villa es por tanto conocida en España, pero distorsionada. José Doroteo Arango Arámbula ( 5 de junio  de 1878 - 20 de julio de 1923 ) conocido por Francisco Villa o Pancho Villa, fue de los principales líderes revolucionarios mexicano hasta su asesinato hace 100 años. Su mito y liderazgo pervive y su historia es digna de interés. La imagen de un loco que se atrevió a invadir los EEUU, de un Robin Hood, del Napoleón mexicano o como le apodaron sus hombres, El Centauro del Norte. El Héroe de la Patria cuyos restos, sin cabeza, fueron trasladados en 1976, no sin polémica pero con fervor popular, de Chihuahua al Monumento a la Revolución, en Ciudad de México , en el mausoleo junto a Venustiano Carranza, Francisco Madero, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas. Las 150 balas que impactaron en su coche , a la señal de ¡Viva Villa!, aquel 20 de julio de 1923 en Hidalgo de Parra, mataron al hombre, pero no acabaron con el mito, que dura hasta nuestras días.

Es difícil trasladar una visión objetiva de un héroe como este, sin duda uno de los iconos del México contemporáneo, junto a Emiliano Zapata. Fue el general jefe de la División del Norte durante la Revolución Mexicana. Comenzó como un bandolero y como general, pasó, de unos cientos de efectivos a decenas de miles. Demostró por tanto, capacidad de mando y organización, todo lo contrario de lo que indica el tan traída frase del “ejército de Pancho Villa”, usada en España. Podría parecer que dedicarle un año institucional a un líder revolucionario, seguirá la lógica de los grandes hombres, pero en este caso es todo lo contrario, permite difundir la parte colectiva de aquellas luchas y la importancia de los hombres y mujeres que fueron parte de las mismas. Villa era un hombre del pueblo, que luchó por el pueblo, por la justicia social y las libertades, dio su vida por ello. No se debería por tanto entender como una hagiografía. Villa no es una santo, tiene los claroscuros propios de su recorrido, pero deja un legado indiscutible, sin entrar a sus peripecias más personales.

Quien quiera conocer la biografía completa de Francisco Villa, las de Paco Ignacio Taibo II, el polifacético historiador y escritor, que en la actualidad es director del Fondo de Cultura Económica y que recorre México hablando de Pancho Villa y de lo que haga falta. En sus conferencias relata múltiples vivencias, sirva de ejemplo su etapa como gobernador de su estado norteño de Chihuahua. En aquellos pocos meses, creó más escuelas que días de mandato, en una dinámica donde al recorrer las poblaciones y encontrar que no había escuelas, decretaba la creación de las mismas y las dotaba de profesorado. Una acción revolucionaria, de quien tenia claro, que el futuro de un país, pasaba por el futuro de su juventud y las clases populares. Como el mismo se definió “Yo, Pancho Villa, fui un hombre leal que el destino trajo al mundo para luchar por el bien de los pobres y que nunca traicionaré ni olvidaré mi deber.” Este 2023, digamos pues ¡Viva Villa!, del que dicen que decía a sus soldados “ánimo, que lo que viene está peor”