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EFE/ Fernando Alvarado

Cambian ETA por Franco

Introduciendo a ETA como elemento legitimador de la democracia española, anulando así la lucha contra la dictadura, la derecha consigue naturalizar a Vox y democratizar a los herederos ideológicos del franquismo.

13/06/2023 10:14 h

Cambian ETA por Franco

Introduciendo a ETA como elemento legitimador de la democracia española, anulando así la lucha contra la dictadura, la derecha consigue naturalizar a Vox y democratizar a los herederos ideológicos del franquismo.

La derecha española tendrá muchos defectos, será antidemocrática, autoritaria, corrupta y no sabrá gestionar la economía, pero sabe armar mejor que ningún espacio político los marcos para ganar la batalla cultural y legitimarse como una opción válida y hasta deseable. Simbólica fue su gestión de la pandemia que, aunque fue extremadamente irresponsable, sí supo conectar con la necesidad de volver a la vida normal de la población mientras que la izquierda decía a los ciudadanos que mejor tres semanas más en casa hasta que bajara la prevalencia del coronavirus. En un ecosistema mediático como el actual, lo que parecía lógico ya no lo es.

Paradigmático donde lo haya es cómo la derecha española, que fue fundada por siete ministros franquistas, ha encontrado en ETA su manera de democratizarse y normalizarse como una opción moderada. La propaganda mediática de todos somos ETA menos el PP y Vox no tiene otro objetivo que trasladar el relato democratizador de España de la lucha contra la dictadura a la lucha contra ETA. Al terrorismo se le pudo vencer con las herramientas de la democracia, la dictadura sólo terminó cuando era tan burda fuera de nuestras fronteras que era inviable para que hicieran negocios los grandes capitales franquistas.

En este marco de cambiar ETA por Franco, Vox se convierte en una opción democrática y válida frente a quienes sitúan el marco de la lucha contra la dictadura como marco legitimador de la democracia española. Pasa algo similar con la rusofobia, que ha servido para trasladar el foco y obviar que las democracias europeas están sustentadas en la lucha contra los nazis, donde la Unión Soviética tuvo un papel principal. Sólo es necesario visitar la zona museística del Parlamento Europeo en Bruselas para darse cuenta de cómo el anticomunismo ha servido para dulcificar a los nazis.

Hace 40 años, las encuestas en Europa decían que los ciudadanos europeos atribuían al Ejército Rojo el papel primordial para frenar al nazismo en Europa. Hoy, la mayoría de los europeos le atribuye ese papel a Estados Unidos. No es baladí que el Desembarco de Normandía sea tan cinematográfico. Tampoco es casual el éxito de novelas como ‘Patria’ y otras series o publicaciones en la misma línea. Mucho menos lo es que a la derecha española le gustara tan poco la película ‘Maixabel’, un relato político sobre ETA pero que indagaba en el conflicto desde una mirada amplia y de reconciliación.

Si hay reconciliación, a la derecha se le acaba el relato contra ETA. Por eso ponen todas las piedras para evitar la normalización de la convivencia en el País Vasco, incluso en contra del propio Partido Popular de Euskadi, que se siente acorralado cada vez que sus dirigentes nacionales meten a ETA en campaña. A la derecha española no le importa que haya un proceso de reconciliación entre ETA y sus víctimas como tampoco le interesa que se abran las fosas comunes donde yacen las víctimas del franquismo. La derecha española ha encontrado en el relato contra ETA una forma de mostrarse democrática. De la misma forma que sabe que abrir las fosas comunes de Cuelgamuros, para darle un enterramiento digno a las víctimas del franquismo, consigue el efecto de expulsar al PP y Vox del relato democrático. Que Alberto Núñez Feijóo haya prometido que la primera ley que derogará si logra gobernar es la de Memoria Democrática, es de todo menos casualidad.

«En este marco de cambiar ETA por Franco, Vox se convierte en una opción democrática y válida frente a quienes sitúan el marco de la lucha contra la dictadura como marco legitimador de la democracia española.»

¿Cómo puede ser que el partido que más piedras puso en el camino para lograr el fin de ETA, que ha hecho estrategias electorales con los asesinados por ETA y que mintió a sabiendas por interés electoral sobre la autoría del 11M, se pueda permitir dar lecciones morales a José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente del Gobierno que acabó con ETA? Es posible porque la derecha mediática y judicial, que son los brazos armados del PP y Vox, llevan años trabajando esa batalla cultural hasta conseguir que el PSOE, que ha sido uno de los partidos políticos que más muertos ha puesto en la lucha contra ETA, pueda ser tachado de ceder ante ETA o de gobernar con la banda terrorista doce años después de su desaparición.

Introduciendo a ETA como elemento legitimador de la democracia española, anulando así la lucha contra la dictadura, la derecha consigue naturalizar a Vox y democratizar a los herederos ideológicos del franquismo. Así, Vox se convierte en un partido constitucionalista mientras que los partidos que pusieron los muertos en la lucha contra el franquismo, haciendo grandes renuncias para conseguir aprobar la Constitución de 1978, son situados fuera del sistema democrático por aceptar que ETA ha dejado de matar y admitir la existencia de un independentismo vasco que ya no asesina para conseguir sus fines políticos.

Este lunes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha criticado las exhumaciones de víctimas del franquismo en Cuelgamuros. Mediáticamente, ha sido tratado como una noticia normal, sin polémica, incluso las declaraciones de la presidenta madrileña son situadas en el moderantismo, en el sentido común. Ana Rosa Quintana no le ha dedicado ni un minuto en su mesa de análisis. En los informativos de radio y televisión no ha ocupado ni un breve, a excepción de la desconexión territorial de RNE en la Comunidad de Madrid.

Imagínese qué podría estar pasando si un líder progresista hubiese criticado este lunes los homenajes a las víctimas del terrorismo o grupos de jóvenes del PSOE o Podemos asistiesen a los homenajes a las víctimas de ETA a montar un quilombo y tachar de asesinos y provocadores a sus familiares. En la respuesta tiene el secreto de la función que tiene el poder mediático y la responsabilidad en la ultraderechización de la sociedad. También en la respuesta está la urgencia de que haya un Gobierno que se atreva a legislar para desconcentrar la estructura de propiedad de los medios de comunicación en España.

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