En el origen de las bombas de racimo hay un nombre propio: Carlos Cardoen. Él fue el encargado de fabricar estás municiones para la dictadura pinochetista tras el bloqueo impuesto por la administración estadounidense. La conocida como "enmienda Kennedy", que impedía la venta de armamento estadounidense a la dictadura militar chilena, le convirtió en una de las mayores fortunas del país.